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Arquitectura Bioclimatica


FRANK LLOYD WRIGHT

La casa de la pradera

A primera vista destacan los volúmenes cúbicos y los planos proyectados horizontalmente, consiguiendo una libertad formal inexistente aún en Europa y que causó admiración en los pioneros del Movimiento Moderno. El rasgo formal más destacado de la vivienda es su marcada horizontalidad. Todo está diseñado para remarcarla, desde la cubierta de enormes voladizos, hasta los rebordes interiores que contenían lámparas de globo y redes de instalaciones. Wright se preocupó incluso por el aparejo de los ladrillos. Utilizó un modelo de ladrillo alargado con pronunciados tendeles (juntas horizontales entre piezas) y llagas (juntas verticales) más estrechas. Hizo pintar los tendeles de color crema y las llagas del color del ladrillo; el efecto resultante es una sucesión de líneas de sombra horizontales.

Los muros exteriores que cercan la casa, también de ladrillo, están rematados por albardillas de piedra blanca, que nuevamente destacan como una gran línea horizontal. Dichos muros, especialmente en los extremos del volumen principal, junto con las terrazas, parecen hacer explotar la vivienda, extendiéndola hacia el exterior y eliminando la idea de caja imperante en el siglo XIX. Al mismo tiempo crean el efecto desde el exterior de que la planta alta está aislada, que no tiene relación con la semisótano.

La horizontalidad, la axialidad, los materiales utilizados y las analogías formales han hecho que la casa Robie haya sido comparada con el paisaje que Wright vivió en su infancia, con los yates de vapor y otros artefactos de su contemporaneidad, y con edificios de la década de 1880 como la Ames Gate Lodge del laureado arquitecto estadounidense Richardson. Sin embargo la casa resalta el plinto, el hogar, la cubierta y el cerramiento, elementos arquetípicos de la vivienda desde Semper.








La casa de la cascada

El edificio guarda una relación con el entorno que llega a ser de respeto o adaptación al medio. Así, los cimientos de la casa son las rocas del lugar, y algunas de ellas sobrepasan el ancho forjado de la primera planta asomándose junto a la chimenea. Gran parte de la casa está en voladizo, situado encima del arroyo. Los ingenieros de Wright no confiaron en que esa estructura fuese a aguantar y aconsejaron a Wright que rectificara. El orgullo de este arquitecto le permitió ceder poniendo únicamente unas piezas metálicas que sostienen al voladizo, el cual aún sigue en pie después de sufrir los efectos de un tornado. La casa, de dos plantas, se extiende horizontalmente con prominentes voladizos y terrazas, sin embargo hay un núcleo que crece verticalmente, en el que está la chimenea. Tiene unas ventanas que se extienden verticalmente y que pasan de una planta a otra, mostrando así los forjados. Este núcleo vertical es el “corazón” de la Casa de la Cascada.

En la cara norte de la casa, la opuesta a la que “vuela” sobre el arroyo, hay una serie de pérgolas a modo de toldo que transcurren desde la pared exterior hasta un talud de piedra que se eleva sobre el camino que conduce a la entrada. A este sitio se le conoce como el “bosque de la casa”. Dos pérgolas describen un arco que esquiva el tronco de dos árboles. Este recurso lo usó Wright para dejar claro el respeto a la naturaleza con el que está diseñada la casa. Las sombras que proyectan las pérgolas se asemejan a las de los troncos, efecto que hace que la sombra de la casa se difumine en las de los árboles. En el suelo de la terraza del despacho del señor Kaufmann se dejó dos huecos para que fuera traspasada por dos árboles. Éstos se murieron durante la construcción de la vivienda y no se llevaron a cabo dichas aberturas.